Las buenas fotografías funcionan como un mapa. En nuestro universo personal, pueden llevarnos a través del espacio y el tiempo. Pueden hacernos revivir emociones o reactivarnos. Nos ayudan a conformar nuestro universo exclusivo. Son una puerta que nos permiten activar en nosotros las sensaciones y los pensamientos vividos, íntimos y profundos. Las buenas fotografías consiguen evocar un momento o transportarnos. Son una referencia y una guía con la que podemos identificarnos y ayudan a conocer nuestros procesos de cambio.